¡Por supuesto! Es lo que hacemos cada día en KIABI trabajando de forma proactiva desde la creación de nuestras colecciones con nuestros socios proveedores para obtener materiales cómodos y prácticos como el algodón, reconocido por su suavidad, resistencia, absorbencia y transpirabilidad, pero optando gradualmente por versiones más sostenibles como el algodón orgánico o en conversión a orgánico.

Hacemos lo mismo con el poliéster y la poliamida, reconocidos por su resistencia y facilidad de conservación. Los integramos cada vez más en sus versiones recicladas, así como la viscosa Ecovero™.

Nuestras prendas se fabrican principalmente en Asia y Oriente Medio, reputados por su experiencia y saber hacer. Trabajamos, por ejemplo, con socios indios, reconocidos por su reactividad y por la calidad de sus tejidos de algodón, o con proveedores chinos, expertos en el diseño de ropa de abrigo y jerséis

Algunos de nuestros artículos son fabricados en el Magreb y Turquía para una mayor celeridad.

No reciclamos los artículos que no vendemos, ¡los donamos! De hecho, tratamos de anticipar al máximo nuestros volúmenes de ventas para evitar así que queden artículos sin vender, ya que suponen un problema social y medioambiental importante. Aun así, al final de la temporada, a veces nos quedan artículos sin vender. En verano de 2021, por ejemplo, supusieron el 1,3 % de nuestra mercancía.

Para no destruir esta ropa nueva, estamos cooperando mediante donaciones con distintas asociaciones locales en Francia. Desde 2018, ofrecemos los artículos que no hemos vendido principalmente a la Agence du don en Nature, que los redistribuye a asociaciones francesas comunitarias. También participamos en el desarrollo de tiendas solidarias conocidas como «Petit Magasin» en Francia: les donamos productos no vendidos que se ofrecen a los más necesitados a precios muy bajos.

Cada vez hay más en nuestras colecciones: algodón reciclado, algodón orgánico o en conversión a orgánico, poliéster y poliamida reciclados, viscosa Ecovero™. En la actualidad, nuestra ropa contiene un 63,5 % de fibras más sostenibles y, para 2025, nos hemos marcado como objetivo alcanzar un 100 % de fibras más sostenibles en nuestros textiles.

En KIABI, las alternativas que se consideran más sostenibles son aquellas que permiten ahorrar energía, y/o agua, y/o productos y limitan la contaminación del agua además de la degradación de los hábitats y ecosistemas de la fauna y la flora.

En KIABI, nuestro trabajo es imaginar, crear prototipos y fabricar ropa a la moda que sea accesible para todos. Tratamos de garantizar que el diseño de nuestros productos sea lo más sostenible posible, limitando al máximo nuestro impacto sobre el planeta.

Un producto se considera ecodiseñado si se acomete al menos una acción importante para limitar su huella medioambiental, sea cual sea la etapa de su ciclo de vida. Algunas de estas acciones pueden ser el uso de materiales más sostenibles, procesos de transformación más responsables…

¿Moda ética o moda sostenible? A veces usamos un término u otro un poco al azar, pensando que ambos tienen un enfoque positivo para las personas y para el planeta. ¡Y no es un error! Pero estos dos términos se refieren a cosas diferentes: la moda ética va más allá de la moda sostenible.

Mientras que la moda sostenible tiende a centrarse más en su impacto sobre el medio ambiente, la moda ética demuestra una conciencia social, además de tener en cuenta el desafío medioambiental. Una marca de moda ética se define por su implicación en 3 aspectos:

• Los materiales utilizados tienen un impacto limitado sobre el medio ambiente y se optimizan los volúmenes de producción para limitar los artículos no vendidos.
• Las condiciones de fabricación garantizan el respeto por las personas y el medio ambiente.
• Las distintas etapas de fabricación son transparentes, garantizando así la trazabilidad del producto.

KIABI trabaja diariamente con esos objetivos.

La ropa ecorresponsable se fabrica teniendo en cuenta el impacto de su ciclo de vida en las personas y en el planeta. ¿El objetivo? Minimizar el consumo de recursos naturales, energía, productos químicos y emisiones de gases de efecto invernadero durante la fabricación de las prendas sin olvidar la fase de diseño, en cuya etapa se puede, por ejemplo, limitar al máximo los restos de tejido.

Por ejemplo, en KIABI estamos trabajando para integrar cada vez más materias primas sostenibles en nuestras colecciones para alcanzar el objetivo de 100 % de fibras sostenibles en 2025. Estamos limitando los productos químicos y reduciendo los volúmenes de agua en nuestros procesos de lavado. Forjamos alianzas con distintos organismos para gestionar mejor el reciclaje y el fin de vida de nuestra ropa...

Para elegir una prenda sostenible, examina los materiales presentes en su composición: ¿son materiales naturales como el algodón, el lino y el cáñamo, o, por el contrario, son materiales sintéticos o artificiales que necesitan para su producción productos químicos o combustibles fósiles como la licra, el nailon, el elastano…? Una prenda puede contener fibras sintéticas o artificiales, pero en sus versiones recicladas, reduciendo así el impacto de su producción sobre el medio ambiente.

Del mismo modo, las fibras pueden ser naturales, pero optar por su versión orgánica o en conversión a orgánica reduce aún más el impacto medioambiental. A continuación, busca etiquetas medioambientales que acrediten las condiciones de trabajo de los trabajadores (Fair Trade...). Por último, no dudes en consultar los compromisos adquiridos por la marca en cuestiones de ecodiseño, relaciones con sus proveedores, alianzas con organizaciones con fines sociales…

Para cultivar y trabajar las fibras textiles que se utilizan en la composición de la ropa, algunos productores utilizan productos químicos que pueden ser tóxicos para el ser humano. Además, elegir ropa orgánica, etiquetada como tal, garantiza que se respeten estándares estrictos para reducir el impacto de la producción textil en el medio ambiente y en la salud de quienes la usan.

Un ejemplo concreto: el algodón orgánico se cultiva sin pesticidas, con fertilizantes naturales y un suministro de agua más racional. El informe «Cool Cotton-Cotton and climate change», publicado en 2015 por The Soil Association, estimó que su cultivo suponía una reducción en el consumo de agua y energía del 90 % y 60 % respectivamente. También supone una reducción del 46 % en su impacto sobre el calentamiento global.